Esta es una de esas sopas que te
devuelven a la vida los días de frío. Es una sopa contundente porque aunque la
sopa en sí es ligerita, con el pan y el queso se hace más energética. Si la
queréis tener preparada con antelación podéis hacerla y dejar para el momento
de servirla el gratinado del final.
Ingredientes (para 6 personas):
30 grs de mantequilla
45 ml de aceite de oliva
3 cebollas blancas medianas (de las dulces) cortadas en
juliana
3 cucharadas de harina
2 dientes de ajo picado muy finitos
1 cucharadita de azúcar
200 ml de vino blanco
1 litro y ½ de caldo de pollo
Sal y pimienta recién molido
12 tostadas de baguette francesa (15 mm de grosor)
300 grs de queso rallado (he usado uno especial de gratinar
de 4 quesos: emmental, cheddar, gouda y queso curado)
3 cucharaditas de queso parmesano rallado
Preparación:
En una cacerola grande a fuego
medio ponemos a derretir la mantequilla y el aceite. Agregamos las cebollas y
el ajo y dejamos rehogar durante 15 minutos.
Añadimos la sal y el azúcar y
cocinamos durante 35 minutos a fuego lento hasta que empiecen a dorarse
removiendo de vez en cuando.
Incorporamos la harina y dejamos
hacer durante 3 minutos.
Añadimos el caldo hirviendo y el
vino blanco. Llevamos a ebullición y cocinamos durante 35 minutos más.
Precalentamos el horno.
Ponemos la sopa en cuencos,
colocamos dos tostadas de pan en cada cuenco y espolvoreamos de queso rallado y
un poco de queso parmesano. Horneamos hasta que se derrita el queso. La servimos
calentita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario